La historia detrás de la polémica sobre la ‘Biblioteca pública Álvaro Uribe Vélez’,

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En 2004, Mario Wagner Giraldo y su esposa, Maruja Wagner, acudieron al entonces presidente Álvaro Uribe, quien dotó a la biblioteca con libros y muebles, y que posteriormente fue nombrada en su honor.

Este fin de semana se generó una polémica en redes sociales y medios por la circulación de una foto en Twitter que dice “biblioteca pública Álvaro Uribe Vélez”.

Se trata de una biblioteca ubicada en el corregimiento de El Saladito, en el Valle del Cauca, a 14 kilómetros de la vía que conduce de Cali a Buenaventura. El lugar fue bautizado en honor al senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez.

La imagen ha motivado distintas reacciones y críticas de usuarios y diferentes figuras públicas, como el congresista de Decentes, Gustavo Bolívar, quién en su cuenta de Twitter escribió: “Aparte de ‘El arte de la guerra’ de Nicolás Maquiavelo, ‘Total War’ de Joseph Goebbels, ‘Mi Lucha’ de Adolf Hittler y ‘Del fascismo al populismo’ de Finchelstein, ¿Qué otros libros habrá en este tenebroso lugar?”.

Luz Adriana Betancourt, secretaria de Cultura de Cali, aseguró que, aunque la comunidad y la administración no tienen ningún tipo de sesgo político hacia el senador Uribe, respetan la decisión de sus fundadores de nombrarla así.

Además, Betancourt explicó que la polémica se desató 14 años después de la creación de la biblioteca, debido a que es un año electoral.

“Quien atizó la polémica fue el candidato a la Gobernación del Valle, Alejandro Campo. Es uno de los personajes más activos que tiene la alcaldía y el que más nos ha criticado en los últimos tres años”.

Varias son las críticas, burlas e información errónea que circulan con respecto al nombramiento del lugar y su historia. Algunos usuarios aseguran que la biblioteca fue inaugurada recientemente e incluso, algunos medios han publicado que así será nombrada en el futuro.

¿Quién le puso el nombre?

El 14 de marzo de 2004, quien entonces era presidente de la Junta Administradora Local, Mario Wagner Giraldo y su esposa, Maruja Wagner, se dieron a la tarea de crear una biblioteca, siguiendo las necesidades del corregimiento de tener un centro cultural, y teniendo en cuenta que varias zonas rurales de Cali ya contaban con una.

Las oficinas del Cali Rural, oficinas de la alcaldía en zona rural, fueron trasladadas a la ciudad. Un espacio físico, en donde antes funcionaba un Centro de Administración Local Integrada, fue cedido a la Secretaría de Cultura y Turismo para el funcionamiento de la biblioteca.

Según explica una carta firmada por la gestora cultural, Maruja Wagner, la pareja se dirigió a la Secretaría para solicitar una dotación de libros y elementos para la biblioteca. Ante la petición, la entidad respondió que no contaba con los recursos suficientes, por lo que se dirigieron al entonces presidente Álvaro Uribe.

“Mi papá (ya fallecido) se dio cuenta de que Uribe estaba fortaleciendo un programa de bibliotecas rurales y le escribió. Él respondió y dijo que remitiría la solicitud al Ministerio de Cultura, mediante el cual se hizo la entrega de libros, mesas, sillas y estanterías”, le contó Laura María Wagner, hija de los fundadores a El Espectador.

Por tal motivo, el lugar fue nombrado “Álvaro Uribe Vélez” como forma de agradecimiento.

¿Por qué no lo han cambiado?

Adriana Betancourt explicó que cuando eso sucedió, la biblioteca aún no hacía parte de las 61 bibliotecas públicas que son administradas por la alcaldía.

“Muchas de esas bibliotecas se crearon hace 20 o 30 años. Los fundadores y la comunidad son quienes deciden el nombre”, dijo.

A partir de 2014, cuando la biblioteca fue integrada a la Red de Bibliotecas Públicas de Cali, intentaron cambiarle el nombre por el del corregimiento, como ocurre en muchos lugares. Sin embargo, Maruja Wagner y miembros de la comunidad se opusieron y, según la funcionaria, en el corregimiento se armaron dos frentes ciudadanos comunes.

“Maruja argumenta que la biblioteca existe gracias a ella y que tiene el derecho a ponerle el nombre que quiera. Nosotros respetamos eso, pues quien crea la biblioteca es la comunidad. Hay personas que también han querido cambiar el nombre, pero no toman acciones porque Maruja, como líder cultural de la zona, es muy respetada por la gente”, agregó la funcionaria.

Por otra parte, Betancourt resaltó que existe un decreto que prohíbe bautizar estos lugares con el nombre de personas vivas. Usualmente es en honor a personajes que fallecieron, como es el caso de la biblioteca pública Luis Carlos Galán, en el corregimiento de La Elvira.

Al respecto, el líder del Centro democrático publicó en su cuenta de Twitter: “No estoy de acuerdo con que sitios públicos lleven mi nombre, nunca lo he autorizado, a quienes me han preguntado les he dicho que no, con mis agradecimientos”.

Por lo pronto y mientras se resuelve la polémica, la biblioteca seguirá funcionando y prestando sus servicios como la primera biblioteca dotada a nivel municipal.

 

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