Los colores de la bandera de Cali se agitaron en el arranque de la Feria con el Salsódromo. Fueron lucidos con orgullo por decenas de los participantes que abrieron el multitudinario desfile al ritmo de la salsa de Niche y Guayacán, además de aquel recordado Las caleñas son como las flores que cantaba Píper Pimienta, a lo largo de la autopista Suroriental.
La bandera lució en los trajes de algunos de los más de 1.000 bailarines en este gran desfile de abrebocas de la Feria y también en sombrillas que los integrantes de la comparsa de Cultura Ciudadana movieron de un lado a otro para formar mensajes alusivos a la vida y a la paz, pero sin perder la sincronía de armar la bandera de la ‘Sucursal del cielo’, que anoche dejó caer la lluvia para refrescar el paso acelerado y candente del Salsódromo, a partir de las 6 p .m. Debido a la lluvia, el desfile tuvo que parar por unos instantes.
Hubo mensajes alusivos a la vida y a la paz, pero sin perder la sincronía de armar la bandera de la ‘Sucursal del cielo’, que anoche dejó caer la lluvia para refrescar el paso candente del Salsódromo
En medio de ese cúmulo de alegres rumberos que ayer convirtieron la autopista Suroriental en una pista de baile de 1,5 kilómetros, unos zapatos gigantes de bailarín, tanto para hombre como para mujer, se abrieron camino entre la multitud que siguió aplaudiendo a los artistas en este recorrido hasta altas horas de la noche.
Estos zapatos engalanaron la carroza de la llamada Vieja Guardia, con aquellos talentos de la Cali del ayer, bailarines y bailadores que sacaron a flote todo su talento.
De repente, al son de Oye cómo va, mi ritmo bueno pa’ gozá salió una locomotora por toda la mitad de la calzada con aquellos rumberitos, niños que mostraron a tan corta edad toda su pericia, dejando boquiabierto a más de uno entre el público asistente. Como los adultos, los pequeños también lucieron sus trajes luminosos, entre rojizos con naranja y otros de color azul.
Hárold Viáfara Sandoval, del comité conceptual del Salsódromo, dijo que todos los más de 1.000 bailarines, que se gozaron e hicieron gozar a todos anoche en la autopista y también a quienes no perdieron detalle por la transmisión en televisión de Telepacífico, que la preparación de estos artistas empezó desde enero pasado para todo fuera perfecto. “Aquí también se lucieron los diseñadores de los trajes de luces y de los zapatos especiales para bailar salsa”, dijo Viáfara.
“Los niños se prepararon físicamente y mentalmente. Tuvieron, además, una adecuada nutrición. Fue muy importante la técnica de todos a la hora de bailar, pero también fue importante la velocidad sin perder ese ritmo contagioso”, anotó Viáfara. En ese trayecto en la autopista Suroriental, entre las carreras 66 y 39, también bailaron ‘Jovita Feijoó’, ‘El loco Guerra’ y ‘Riverita’, adelantándose al Carnaval del Cali Viejo. Estas figuras de la Cali de antaño también enfatizaron la identidad caleña al empezar la celebración de los 60 años de la Feria de Cali. Mientras avanzaba la caravana seguía retumbando el Cali Pachaguero, el éxito de Niche que se volvió todo un himno y que por supuesto hizo hinchar los pechos de los bailarines y del mismo público que no dejaba de aplaudir.
Dentro de las novedades palpitó el sonido de los tambores de más de 100 ‘guerreros’ de la compañía artística multidisciplinaria Aainjaa. Esta es la compañíaque mostró el ritmo de la percusión afrobrasileña con el sabor afrocolombiano. Realizaron una vistosa coreografía.
“Quisimos rendirle un homenaje a Cali”, dijo Homero Cortés, fundador y director artístico de Aainjaa, nombre wayú que significa fábricar o hacer. Contó que este grupo nació en Bogotá, en 2013 y que trabaja con tambores patrocinados por el fabricante ‘carioca’ Timbra, que entró en escena con vestuario militar y mimetizado para interpretar corrientes musicales, fusionadas con sonidos de la salsa.
La comparsa Esencia Latina marchó el paso cerca de un micrófono gigante entre gramófonos de igual tamaño, todo para demostrar que Cali es la capital salsera. De hecho, todos los fiesteros, entre el público y los artistas, lo tuvieron bien claro en este arranque de una Feria con seis décadas de tradición.
ELTIEMPO