El parque más importante y céntrico de la Villa de Céspedes

 

Si hay un sitio por el que se identifique a Tuluá en cualquier parte del mundo, es indudablemente el Parque Boyacá, hoy convertido en Plaza Cívica Boyacá, un lugar que por muchos años fue espacio de reunión y esparcimiento, en especial cuando allí existía la fuente de los sapitos de grata recordación por los tulueños de ayer.
El parque más importante y céntrico de la Villa de Céspedes fue donado al municipio, cuando aún era parroquia en 1741 por el indio Diego de Aguilar y Santacruz, a la postre propietario de gran parte de los terrenos que hoy ocupa la ciudad.

Según el historiador Ómar Franco Duque, el sitio es el mismo al que se refiere el viajero francés Ewar André en su libro Viaje a América equinoccial, quien a su paso por Tuluá el 27 de marzo de 1876, relata que “la plaza pública es muy vasta, está sembrada de yerba y no ofrece otro carácter saliente que la iglesia…”
Casi dos siglos después, en 1918, el Concejo Municipal autorizó una primera restauración, obras que fueron inauguradas el 7 de agosto de 1919, en el marco del centenario de la Batalla de Boyacá, momento en que se inaugura oficialmente el Parque Boyacá.
La primera efigie que tuvo el céntrico parque fue la de Rafael Uribe Uribe en formato de busto fabricado en bronce, como recordación a la labor hecha por su hermano Tomás, de amplia vinculación a la ciudad.

La famosa fuente de los sapitos fue instalada en el centro del parque en 1943 junto a las bancas de granito que por muchos años fueron sitio de descanso y solaz para los tulueños.
Finalmente en 2006 el alcalde Juan Guillermo Vallejo Ángel le hizo la más reciente remodelación convirtiéndolo en Plaza Cívica Boyacá a donde llegó hacia 2010 la estatua del Libertador Simón Bolívar proveniente del vecino parque Bolívar.

El Tabloide